Información sobre Foncebadón
Foncebadón es una pequeña población leonesa ubicada en el municipio de Santa Colomba de Somoza y en el Camino Francés. Este pueblo está especialmente vinculado con la ruta jacobea, ya que estuvo muy abandonado hasta el resurgimiento de la peregrinación a mediados del siglo XX. En la actualidad, cuenta con muchos servicios para acoger a los viajeros y ofrece una parada tranquila en un pacífico entorno.
Un poco de historia
En las décadas de los 60 y 70 este humilde pueblo sufrió un gran abandono y sus habitantes empezaron a desplazarse a Madrid para buscar nuevas oportunidades laborales. La importante reducción de la población llevó al deterioro de las casas y las diferentes construcciones. Incluso al derrumbe de algunas de ellas. En la actualidad se pueden encontrar edificaciones rehabilitadas, el pueblo ha vuelto a resurgir y lugares relevantes como la parroquia o el colegio ya se encuentran en buen estado, tras ser recuperados.
Qué ver y hacer en Foncebadón
El puerto de Foncebadón
Un punto de interés para los amantes de la naturaleza es este puerto de montaña, ubicado en uno de los puntos más elevados de los Montes de León. Discurre junto a un entorno de una gran riqueza de fauna y flora, además de miradores naturales que proporcionan una gran belleza paisajística. Es uno de los grandes atractivos para todas las personas que pasan por este pueblo de esencia rural, conectado con el entorno natural.
La Cruz de Hierro
La humilde villa de Foncebadón tiene la fortuna de contar con el crucero que se halla en el punto más alto del Camino Francés, este es el denominado Cruz de Hierro. Está formada por un poste de madera de unos cinco metros de alto coronado por una cruz de hierro.
La cruz que se ubica en el lugar en la actualidad es una réplica de la original, esta se conserva en el Museo de los Caminos de Astorga. La leyenda sobre el histórico crucero cuenta que cuando se construyó la catedral de Santiago de Compostela se pidió a los peregrinos que contribuyeran trayendo piedra. Por tanto, la tradición es lanzar una piedra traída del lugar de origen de cada peregrino y de espaldas a la cruz. Se hace para simbolizar que ya se ha dejado atrás el puerto.