El Camino de Santiago es un conjunto de rutas que parten de diferentes lugares de la Península Ibérica y se dirigen hacia el sepulcro de Santiago Apóstol, custodiado en la Catedral de Santiago de Compostela.

Para entender qué es el Camino de Santiago debemos conocer su historia. Unos orígenes que se remontan al siglo IX, tras el descubrimiento de los restos del Apóstol en un bosque llamado Campus Stellae (actual Compostela). A partir de ese momento personas provenientes de toda Europa comenzaron a recorrer grandes distancias para visitar el sepulcro y rendir pleitesía al Santo. Fue tanta su magnitud, que el Camino de Santiago se convirtió en la ruta de peregrinación más importante del mundo cristiano.

En la actualidad, mil doscientos años después de aquel hallazgo, el Camino de Santiago sigue siendo un referente mundial en las peregrinaciones, adquiriendo una dimensión que va mucho más allá de la fé cristiana.

¿Cuál es el significado del Camino de Santiago?

En la Baja Edad Media el Camino de Santiago era considerado una prueba de fe para los cristianos, mediante la que se expiaban culpas y pecados. Un viaje de ida y vuelta, extremadamente largo, que entrañaba grandes riesgos para los caminantes, expuestos a toda clase de peligros: asaltantes, timadores, animales salvajes, enfermedades, las inclemencias del tiempo, la escasez de comida, falta de señalización etc. Toda una proeza que sólo los más afortunados lograban completar tras muchos años de peregrinación.

Afortunadamente, hoy en día tiene un significado muy distinto al de aquella época. Peregrinar a Compostela ya no es exclusivamente un acto de religiosidad, si no que ha adquirido dimensiones acordes a los nuevos tiempos y sociedad en la que vivimos.

Lo cierto es que el significado del Camino de Santiago está dentro de cada peregrino, pues hay tantas respuestas como motivos para hacerlo.

A grandes rasgos, podría definirse como una experiencia renovadora y vital, un viaje profundamente íntimo hacia los caminos de nuestro interior, tantas veces abandonados. Los peregrinos y peregrinas recorren grandes distancias con la única compañía de sus pensamientos, miedos, sueños, frustraciones… Pero a medida que avanzan se van despojando de todo lo innecesario, encuentran respuestas y cambian su visión del mundo y de ellos mismos.

¿Por qué la gente hace el Camino de Santiago?

Según datos de la Oficina de Acogida al Peregrino, cada año más de 300 mil personas de todas las nacionalidades del mundo hacen el Camino de Santiago. Una cifra que se incrementa cada año y que espera alcanzar grandes cifras con motivo de la celebración del Año Santo Xacobeo 2021.

Si bien es cierto que para obtener la Compostela (el certificado que acredita haber hecho el Camino de Santiago) es necesario peregrinar por motivos religiosos o espirituales, lo cierto es que no es requisito indispensable para poder vivir la experiencia.

Hay tantas razones para hacer el Camino de Santiago como peregrinos por sus senderos, y todas son válidas. Cada persona inicia el viaje con una mochila cargada con su propia historia, motivaciones, inquietudes, preguntas sin resolver etc.

Es muy común encontrarse peregrinos/as caminando para agradecer que un ser querido se haya curado, para suplicar por su recuperación u honrar su muerte de alguna forma. También es frecuente encontrarse personas que han sufrido una situación amarga en sus vidas (separaciones, divorcios, pérdida de un empleo etc.) y buscan un nuevo comienzo.

Pero el Camino de Santiago también puede hacerse por ocio o por deporte, unas vacaciones diferentes en contacto con la naturaleza en las que disfrutar de idílicos paisajes y sumergirse en la cultura de los lugares por los que pasa y disfrutar del ambiente peregrino.

Pero hay algo en lo que todos los peregrinos coinciden una vez llegan a Santiago de Compostela. Y es que es una experiencia que te marca para toda la vida. Es un camino a la búsqueda de lo íntimo que todos los peregrinos aseguran experimentar a medida que avanzan por los caminos.

Un viaje transformador, con grandes aprendizajes, que te permite reencontrarte contigo mismo, conocerte mejor a ti y a los que te rodean, aclarar ideas, encontrar gente maravillosa y volver a confiar en la bondad del ser humano por todos los valores que transmite. Algo inexplicable que muchos definen como “la magia del Camino de Santiago”.

Beneficios de hacer el Camino de Santiago

Seguro que más de una vez habéis escuchado la frase de “el Camino de Santiago te cambia la vida”, repetida hasta la saciedad por miles de peregrinos que, al llegar a Santiago de Compostela, aseguran sentirse completamente renovados. Una frase, a simple vista, puede sonar palabrería o reclamo, pero que encierra una gran verdad: hacer el Camino de Santiago proporciona muchos beneficios para el bienestar psicológico y la salud física y mental.

Ante los innumerables testimonios acerca de los efectos positivos del Camino de Santiago, un grupo de investigadores y profesionales de la salud decidieron dar respuesta científica a los beneficios psicológicos de la peregrinación. Surgió así el estudio llamado Proyecto Ultreya.

Una iniciativa que tiene como objetivo evaluar los efectos del Camino de Santiago sobre el estado de ánimo, la satisfacción con la vida, la felicidad, la capacidad de prestar atención al momento presente y poder vivir una vida más plena.

Aunque el estudio sigue en marcha y por el momento no se han publicado datos concluyentes, lo cierto es es que es innegable que hacer el Camino de Santiago te proporcionará un gran bienestar a nivel físico y mental.

Mejora el estado de ánimo, reduce el estrés, la ansiedad y la depresión

Muchos peregrinos/as deciden hacer el Camino de Santiago tras atravesar una situación amarga en su vida, rupturas o desengaños amorosos, pérdida de un ser querido, enfermedades, problemas familiares, laborales etc. Situaciones que nos producen tristeza y nos llevan a sufrir cuadros de estrés, ansiedad o incluso depresión. Lo que empieza siendo unas vacaciones o un viaje de desconexión, termina siendo toda una terapia que nos ayudará a recuperar el equilibrio de nuestra vida.

Está demostrado que caminar favorece la liberación de endorfinas, que son las hormonas que nos hacen sentir felices y relajados, al tiempo que reducen la producción de cortisol, la hormona del estrés. Es decir, la actividad física ayuda a reorganizar el cerebro, elimina la ansiedad, el estrés y mejora nuestro estado de ánimo.

Además, todos estos efectos positivos se multiplican con el contacto con la naturaleza y el aire libre. Caminar por el campo hace que el cerebro desconecte de lo cotidiano, alejado de todos esos estímulos que nos hacen permanecer siempre alerta (lugares masificados, tráfico, ruido, teléfono móvil). Se activa la atención involuntaria, que hace que nuestra mente esté mucho más tranquila, permitiéndole divagar y reflexionar de una forma más relajada.

Por lo tanto, se podría decir que el Camino de Santiago tiene todos los ingredientes para ayudarnos a superar momentos difíciles en nuestra vida y calmar nuestra mente.

Te ayuda a ser consciente del momento presente

Vivimos en un mundo de rutinas. Nos despertamos, nos duchamos, vamos al trabajo, volvemos, cenamos, dormimos… Es común terminar el día con una sensación de vacío o disconformidad con nuestra vida. Damos más importancia a nuestro pasado y a nuestro futuro que al propio presente, ese que pasa tan rápido delante de nuestros ojos que no nos damos cuenta de ello.

El Camino de Santiago te transporta al aquí y al ahora de una forma que quizás no habías experimentado antes de forma consciente. Mientras peregrinamos, todos esos pensamientos y recuerdos que nos bombardean diariamente pasan a un segundo plano.

A lo largo del peregrinaje tendremos muchas oportunidades para estar en silencio y observar detenidamente qué sucede en el momento presente. Cosas tan simples como beber agua, el sonido acompasado de nuestros pasos, el revoloteo de los pájaros, el olor del bosque tras la lluvia, el murmullo del viento entre los árboles, saborear una pieza de fruta, darnos una ducha… se vuelven realmente increíbles y nos hacen sentir vivos. Aprendemos a prestar atención al momento presente, a valorar que lo cotidiano, lo simple, lo pequeño, puede ser un verdadero regalo.

Aprendes a prescindir de cosas materiales

Esta es una lección que aprenden todos los peregrinos que hacen el Camino de Santiago y que podría aplicarse a todos los ámbitos de nuestra vida.

En el momento de preparar nuestro equipaje tendemos a llenar nuestra mochila con más cosas de las necesarias, cargando mucho más peso del que nuestro cuerpo puede soportar. El Camino de Santiago te enseña a dejar de darle importancia a las cosas materiales, aprenderás que se necesita muy poco para ser feliz.

Mejora la autoestima

El hecho de conseguir un objetivo a base de esfuerzo siempre genera felicidad y satisfacción con nosotros mismos, aumentando de forma considerable nuestra autoestima. De igual modo, no lograr nuestras metas o aquello que anhelamos nos puede causar sentimientos contrarios, como la frustración o el fracaso.

Muchos peregrinos/as comienzan su ruta con muchas inseguridades, manifestando que no serán capaces de caminar tantos kilómetros, con miedo a lesionarse, a perderse, a estar solos/as.. Pero una vez comienzan a caminar todos esos miedos y barreras se desvanecen lentamente. El Camino de Santiago te enseña que lo importante no es llegar al final, si no el propio camino en sí. A lo largo del viaje dejas de obsesionarte con contar los kilómetros que te faltan para llegar y aprendes que cada paso es un pequeño logro que hay que celebrar.

Dicen que el Camino de Santiago nos hace a todos iguales, y este es uno de los grandes valores que experimentan todos los peregrinos. Nadie te va a juzgar ni poner etiquetas de ningún tipo, si no todo lo contrario, ser tú mismo es lo más importante.

Favorece la socialización

Existe una larga tradición en el Camino que aún se mantiene intacta, y es el espíritu del peregrino. Se trata de un sentimiento de hermandad que nace entre los peregrinos y peregrinas, la facilidad con la que nos abrimos a los demás mientras caminamos, sin apenas conocernos. La empatía, la generosidad, la hospitalidad, la disposición a ayudar, a escuchar, a acompañar, son valores que todo aquel que hace el Camino de Santiago experimenta de una u otra forma. Y es que aunque iniciemos nuestra aventura en solitario, pronto nos daremos cuenta de que nunca caminaremos solos.

Y es que el Camino de Santiago favorece las relaciones sociales, desde el primer día en el albergue sentirás miradas cómplices de personas que te acompañarán durante toda tu ruta, así como otras que te irás encontrando por el Camino. Personas que empiezan siendo desconocidos/as y que posiblemente se lleguen a convertir en tu mayor apoyo o amistad, no sólo durante el Camino si no en la vida.