Cruzas el viejo puente de cantería, escuchas el agua del río Sarria y, de pronto, la silueta pétrea del Monasterio de San Julián de Samos domina todo el valle. La sensación es la misma desde hace casi quince siglos: quien llega aquí percibe que el tiempo se afloja. Fundado en el siglo VI y todavía habitado por monjes benedictinos, este lugar ofrece silencio, hospitalidad y una estampa que parece sacada de un códice medieval. Aquí estamos para mostrártelo con detalle y con mimo, como nos gusta hacerlo en el Camino de Santiago.

El Monasterio de Samos es un enclave mítico del Camino de Santiago
¿Dónde está el Monasterio de Samos?
El Monasterio de Samos, como dice su nombre, está en esta localidad del sureste de la provincia de Lugo, en Galicia. Es sede de un pequeño municipio que cuenta con casi 3.000 habitantes, y forma parte del trazado del Camino de Santiago Francés.
Al salir de Triacastela en dirección a Sarria, el Camino ofrece al peregrino dos posibles rutas, una de las muchas variantes del Camino: la más directa por San Xil, de unos 18 km, o la variante de Samos, algo más larga pero mucho más especial. Esta segunda opción, de unos 24 km, desciende entre robles y castaños hasta el fondo del valle, atravesando aldeas silenciosas y prados cubiertos de rocío, para conducir al peregrino hasta Samos y su imponente monasterio.
Para quien viaje en coche, la carretera LU-633 une Sarria y Pedrafita do Cebreiro y pasa por delante de las mismas puertas del cenobio, pero lo bonito es entrar andando, con la mochila a la espalda y el sello de la credencial esperando otro recuerdo más.
Fachada de la iglesia del Monasterio de Samos
Un breve recorrido por la historia de Samos
El Monasterio de Samos, declarado Monumento Nacional en 1944 y Bien de Interés Cultural, tiene una historia fascinante que se remonta al siglo VI.
De eremitas a referente medieval
Se cree que fue fundado en el año 560 por San Martín de Dumio, y poco después San Fructuoso organizó la vida monástica. En el 665, el monasterio ya aparece en documentos visigodos. Tras la invasión musulmana, el rey asturiano Fruela I lo restauró y envió a su hijo, el futuro Alfonso II el Casto, el primer peregrino que impulsaría la creación de las rutas jacobeas. Y de hecho, tras el origen del Camino de Santiago, el monasterio funcionó también como hospital de peregrinos.
Crecimiento y renacimiento
En 960, con la llegada de la Orden de San Benito, Samos floreció en tierras, riquezas y prestigio, llegando a ser un importante centro cultural. Pero, tras incendios devastadores, saqueos y la desamortización, el monasterio se reconstruyó y renació en diversas etapas, recuperándose a lo largo del tiempo.
Feijoo y la Ilustración
En el siglo XVIII, Benito Jerónimo Feijoo, uno de los grandes pensadores de la Ilustración española, fue abad aquí. Defensor de la ciencia y la razón, dejó un legado que sigue vivo en la academia. Su estatua en el Claustro Grande lo recuerda como símbolo del pensamiento y el conocimiento en el monasterio.
Alfonso II el Casto tuvo formación en Samos
Arquitectura que cuenta historias
El Monasterio de Samos alberga una impresionante variedad de espacios que cuentan historias de siglos pasados. Aquí te dejamos algunos de los más destacados:
- Iglesia Abacial: Construida entre 1734 y 1748, con diseño de cruz latina y una fachada de granito. Destaca su retablo dorado y un órgano de más de 3,000 tubos, que acompaña tanto misas como conciertos.
- Claustro Grande: Con 54 metros por lado y tres niveles de arquerías, este claustro de casi 3,000 m² refleja la luz dorada del atardecer, envolviendo al visitante en la historia y serenidad del lugar.
- Claustro Pequeño: De estilo gótico tardío y renacentista, con pináculos afilados y una fuente barroca adornada con figuras mitológicas, un rincón lleno de belleza y calma.
- Capilla del Ciprés: Ubicada en el huerto, esta capilla data del siglo IX. Conserva muros prerrománicos y un ciprés centenario que, según la tradición, brotó donde San Martín de Tours apoyó su cayado.
- Biblioteca y Archivo: Tras el incendio de 1951, esta biblioteca reabierta alberga más de 25,000 volúmenes, incluyendo incunables y antiguos atlas. Un auténtico viaje al pasado con el aroma característico del pergamino y la cola vieja.
Capilla del Salvador o del Ciprés de Samos
Vida monástica y hospitalidad
El monasterio sigue el ritmo benedictino, y los peregrinos tienen la oportunidad de participar en la liturgia. La hospedería, sencilla y acogedora, ofrece alojamiento para peregrinos en su hospedería interna, además de una hospedería externa con habitaciones privadas que se pueden reservar en su web.
Además, el monasterio ofrece visitas guiadas diarias por monjes o voluntarios, quienes acompañan a los visitantes a través de la iglesia, los claustros y la antigua botica del siglo XVII. En la Portería también encontrarás una tienda con productos elaborados por los monjes, como miel de Samos, libros y medallas de San Benito. Los horarios de las visitas son:
- Lunes a sábado: 10:00, 11:00, 12:00, 16:30, 17:30, 18:30.
- Domingos y festivos: 12:45, 16:30, 17:30, 18:30.
Además, todos los días hay misa a las 19:30, y los domingos y festivos, a las 12:00 y 19:30.
Monasterio de Samos
Consejos prácticos para tu parada
Antes de llegar al Monasterio de Samos, es útil conocer algunos detalles prácticos para aprovechar al máximo tu visita. Aquí te dejamos algunos consejos para que tu parada sea lo más cómoda y agradable posible:
- Planea llegar con tiempo si quieres visitar con calma el monasterio, y no te olvides de sellar tu Credencial en un lugar tan especial.
- El interior mantiene una temperatura constante de unos dieciséis grados, así que lleva algo de abrigo incluso en pleno agosto.
- No hay cajero automático en el pueblo, por lo que es recomendable que traigas dinero en efectivo de la etapa anterior (Triacastela). El próximo cajero se encuentra en Sarria, a unos 11 kilómetros.
- Si haces el Camino en bici, te pedirán que dejes la bicicleta en la antigua cuadra, hoy adaptada como garaje cubierto.
- Si viajas con mascota, ten en cuenta que el albergue del monasterio no admite animales, pero dos casas rurales del entorno sí los aceptan y quedan a menos de un kilómetro.
Samos se merece un alto en tu Camino
Samos se merece un alto en tu Camino
Detenerse en Samos no es solo visitar un monasterio, es vivir una experiencia de espiritualidad, historia y belleza natural en pleno corazón del Camino. Aquí, el tiempo parece ir más despacio, el alma se ensancha y el silencio tiene voz propia. Ya sea para descansar, para rezar, para dejarse guiar por siglos de arte y sabiduría, o simplemente para respirar hondo y mirar alrededor, este rincón es una joya que se graba en la memoria del peregrino.
Así que ya lo sabes: antes de llegar a Sarria, si tienes dudas entre ir por San Xil o desviarte por Samos, déjate llevar por el rumor del río y el susurro del bosque… y ven a descubrir un lugar que lleva acogiendo caminantes desde hace más de mil años.
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