La Catedral de Santiago de Compostela
La Catedral de Santiago de Compostela se ha erigido desde la Edad Media como uno de los centros de peregrinación cristiana principales. Las múltiples rutas jacobeas son recorridas cada año por miles de peregrinos que buscan culminar su camino ante esta joya del románico español. Cada año en el que el 25 de julio (día del Apóstol) coincide en domingo, la Catedral se viste de gala y abre su Puerta Santa para recibir el Año Xacobeo.
Construcción de la Catedral de Santiago de Compostela
En sus orígenes más primitivos, la Catedral de Santiago de Compostela fue un pequeño mausoleo del siglo I, construido con la finalidad de dar sepultura a los restos del Apóstol después de su decapitación en Palestina (año 44.d.C) y su posterior traslado hasta Galicia. Durante los primeros siglos, esta pequeña cripta fue asiduamente visitada por una pequeña comunidad cristiana local.
En el año 813 se produce el milagroso descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago bajo la maleza del Monte Libredón. Avisado por el obispo de Iria Flavia, el rey astur Alfonso II mandó a levantar una primera capilla de piedra y barro junto al antiguo mausoleo.
Este templo recibió en el 834 un Preceptum regio que lo convertía en sede episcopal y le otorgaba poder sobre los territorios próximos. A su alrededor, buscando su protección, comenzaron a establecerse los primeros pobladores y grupos monacales de benedictinos encargados de la custodia de las reliquias. Eran los primeros pasos de la futura ciudad de Santiago de Compostela.
Con el tiempo, el número de fieles que visitaban el sepulcro aumentó y la iglesia se quedó pequeña. Entre el año 872 y el 899 Alfonso III El Grande hizo construir un templo mayor. Pero esta segunda iglesia fue destruida por el ataque del caudillo musulmán Almanzor en 997. El obispo San Pedro de Mezonzo la reconstruyó en 1003, en un estilo prerrománico. Este tercer templo estaba aún en pie cuando el auge de las peregrinaciones y las riquezas de Santiago, que ya era uno de los señoríos feudales más grandes de la Península Ibérica, permitieron comenzar a construir en 1075 la catedral románica que hoy se conserva, cuarto edificio sagrado sobre el antiguo sepulcro.
La Catedral románica
El rey leonés Alfonso VI y especialmente el primer arzobispo de la ciudad, Diego Gelmírez, impulsaron de tal manera la Catedral, la vida urbana y las peregrinaciones, que puede hablarse del siglo XII como el de mayor esplendor de la historia compostelana.
Esta vez no se conformaron con un santuario que albergase las reliquias, sino que diseñaron una gran catedral de peregrinación siguiendo el estilo que se extendía por el Camino de Santiago. Por ella desfilarían los mejores constructores del Románico hasta llegar al Maestro Mateo, autor de los últimos tramos de las naves, las torres defensivas del oeste, la cripta y, sobre todo, del Pórtico de la Gloria, un conjunto escultórico sin igual en Europa que aun hoy preside la entrada oeste.
Con el tiempo se irían añadiendo a la planta románica elementos góticos, renacentistas y especialmente barrocos. Mientras la estructura de las naves se conservó prácticamente intacta, el número y espacio de las capillas fue adecuándose a las necesidades del culto. En el convulso siglo XIV la basílica adquiriría trazas de fortaleza, con torres defensivas como la actual Torre del Reloj. Con el Renacimiento, impulsado por el arzobispo Alfonso III de Fonseca, se levantó el claustro definitivo, que sustituyó al claustro románico y modificó todo el lado sur y sureste del templo. Fue época de reformas internas y adición de retablos, púlpitos y esculturas para mayor gloria del culto al Apóstol.
La Catedral barroca
La mayor revolución estética llegaría al templo en tiempos del Barroco, que comenzó en 1660 por transformar el altar mayor y la cúpula; para luego dar forma a los órganos, trazar el lienzo de la Puerta Santa, embellecer la Torre del Reloj y alcanzar su mayor esplendor con la culminación, en 1750, de la estampa más icónica de la catedral: su magnífica fachada del Obradoiro.
Fue también obra de los maestros barrocos de la Catedral el trazado definitivo de las plazas monumentales que rodean al templo y de muchos de los edificios colindantes. Bien puede decirse que el Barroco saltó de la catedral a las plazas, a los monasterios y a las casas nobles, para convertir a Compostela en la urbe imaginativa, escenográfica y dramática que hoy es reconocida como ‘la ciudad barroca por excelencia de España’.
El entorno de la Catedral
La Catedral de Santiago de Compostela se encuentra ubicada en el casco histórico de la ciudad. Se halla rodeada por cuatro plazas, que constituyen las cuatro puertas de acceso al edificio: Plaza del Obradoiro, Plaza de Platerías, Plaza de la Quintana y Plaza de Azabacherías.
La Plaza del Obradoiro
La Plaza del Obradoiro es el centro neurálgico de la ciudad. Su nombre gallego parece derivarse de los talleres de canteros que trabajaron en la construcción de la fachada barroca de la Catedral , que domina la plaza y da la bienvenida a los miles de peregrinos que llegan por el Camino de Santiago.
Representa los cuatros símbolos de poder de la ciudad: la fachada principal de la Catedral al este, el símbolo del poder religioso; al oeste el Pazo de Raxoi, símbolo del poder civil; al norte, el hostal de los Reyes Católicos, símbolo de la monarquía y de la hospitalidad a los peregrinos; y finalmente al sur, el Colegio de San Xerome, en representación de la Universidad.
La Plaza de Platerías
La plaza sur de la Catedral, Plaza de Platerías, debe su nombre a los talleres de orfebres situados desde la Edad Media en los bajos asoportalados del claustro, está dominada por la única fachada románica que conserva la Catedral.
En ella podemos encontrar figuras románicas que crean un conjunto de rica iconografía. En el friso conviven los apóstoles, ángeles y signos zodiacales. El centro es ocupado por un estilizado Cristo, con Santiago al lado. En los portales, el tímpano de la izquierda parece representar la tentación de Cristo; mientras que el de la derecha representa escenas de la Pasión claramente reconocibles, el juicio de Pilatos, la flagelación y la traición de Judas. Otras figuras como el rey David y la creación de Adán decoran los muros laterales.
El portal de Platerías linda con la Torre del Reloj, que recibe el nombre popular de ‘Berenguela’ porque fue el arzobispo Berenguel de Landoira quien acabó su construcción en el siglo XIV. Esta torre alberga la mayor de las campanas de la Catedral, conocida también como Berenguela. La original de 1678 se rajó y fue sustituida por la actual, que pesa 6.433 kilos y suena con un profundo “do” cuando el reloj del s. XIX, con su única aguja, marca las horas.
“Se dice que si alguna medianoche toca no 12, sino 13 campanadas, el demonio gozará de una hora mágica para andar suelto.”
En el centro de la Plaza de Platerías se alza la Fuente de los Caballos, una de las fuentes más bonitas y famosas del casco histórico de Santiago de Compostela. Está formada por cuatro caballos marinos que echan agua por sus bocas. De entre estos caballos surge un pedestal rematado por una figura femenina que alza su brazo con la estrella de Compostela.
Detrás de la fuente y enfrentada a la Catedral encontramos la Casa del Cabildo. La función inicial de su construcción fue cerrar y embellecer la Plaza de Platerías. Se trata de uno de los edificios más singulares del casco histórico compostelano y uno de los más hermosos ejemplos de la arquitectura barroca en la comunidad gallega. Hoy en día pertenece a la red de museos de la ciudad histórica y acoge numerosas exposiciones que se pueden visitar.
La Plaza de la Quintana
La Plaza de la Quintana es otra de las plazas más importantes de la ciudad. Aparece dividida en dos planos. La parte inferior se denomina “Quintana de Mortos”, ya que fue lugar de enterramiento hasta 1780. La parte superior de la plaza es, por contraposición, “Quintana de Vivos”.
El imponente muro del Monasterio de San Paio de Antealtares delimita la plaza por el este. Fue fundado por Alfonso II en el siglo IX para custodiar el recién descubierto sepulcro del Apóstol. En su iglesia se puede admirar un interesante Museo de Arte Sacro que guarda el altar encontrado junto al sepulcro del apóstol. Todos los días a las 19:30 horas, se puede escuchar el servicio de vísperas cantado por las religiosas del convento.
Los extremos sur y norte están ocupados por dos casas barrocas. En el frente sur de la plaza podemos ver la Casa de los Canónigos o Casa da Conga, obra del arquitecto Domingo de Andrade, el mismo autor de la Torre Berenguela, que se ve desde la plaza, del siglo XVIII, y al otro lado de la plaza, frente a ella, la Casa de la Parra,una bella construcción barroca.
La Puerta Santa
En la Plaza de la Quintana encontramos la famosa Puerta Santa, meta de los peregrinos que llegan a Santiago en busca del Jubileo. Su antesala está flanqueada por figuras de piedra románicas procedentes del coro de piedra que tuvo la Catedral, tallado en el siglo XII por el Maestro Mateo, cuya reconstrucción puede visitarse en el Museo Catedralicio.
La Plaza de Azabacherías
La Plaza de Azabacherías, también conocida como Plaza de la Inmaculada, está enmarcada entre el Monasterio de San Martín Pinario y la fachada catedralicia de la Azabachería. Debe su nombre a la tradicional presencia de talleres dedicados a la talla del azabache. En este punto desemboca el último tramo urbano de los Caminos Francés, Inglés y del Norte, que entra al casco histórico por la llamada Puerta del Camino.
La primitiva fachada Norte de la catedral aparece descrita en el Códex Calixtinus del siglo XII como ‘ la Puerta del Paraíso’, no sólo por su belleza, sino porque representaba la historia de Adán y Eva, el pecado original y la redención. Ante ella estaba la Fons Mirabilis , fuente hoy trasladada al claustro, en la que se aseaban los peregrinos antes de entrar a la catedral. El ambiente medieval se completaba con las mesas de los cambistas de dinero, mezclados con vendedores de calzados, cuero y especias, y posaderos que ofrecían alojamiento.
Guía para visitar el interior de la Catedral de Santiago de Compostela
Su interior se divide en tres naves atravesadas por el brazo del transepto a la altura del crucero. Sobre el crucero se abre una inmensa cúpula que ilumina la estancia. Tras el altar, la Catedral dispone de una girola rodeada de pequeñas capillas absidiales. La nave central es la recorrida por el emblemático botafumeiro. Sobre las naves laterales, se encuentra la tribuna.
Como es propio de las construcciones románicas, sus bóvedas son de cañón y los arcos sobre las que se prolongan longitudinalmente, descansan sobre pilastras con columnas adosadas, las cuales presentan decoración de motivos vegetales y figurados en sus capiteles.
En el altar mayor, destaca la imagen de Santiago peregrino, instalada en un espectacular baldaquino labrado con elementos figurativos celestiales, como pequeños ángeles, y presidido por una escultura ecuestre del mismísimo Apóstol. Bajo el altar mayor se halla la cripta que guarda los restos de Santiago y de sus discípulos Teodoro y Atanasio. Este es el lugar más santo de toda la Catedral.
Por último, quizá la construcción más emblemática de la Catedral de Santiago de Compostela, es el Pórtico de la Gloria, ubicado en la fachada del Obradoiro, oculto tras la fachada barroca de Casas Novoa. Es por este motivo, que lo comentamos como un elemento interior de la Catedral. Bajo el Pórtico de la Gloria, existe otra cripta, cuya bóveda de crucería es probablemente la primera de su tipo en construirse en España. En el centro de la cripta, destaca la columna que supone la prolongación del parteluz del Pórtico de la Gloria, lugar donde se ubica la escultura sedente del Apóstol. Cabe señalar que el Pórtico de la Gloria ha sido restaurado recientemente, devolviendo al conjunto su policromía original.
En las dependencias de la Catedral, encontramos también el claustro, datado del siglo XVI y el Museo Catedralicio.