Portomarín, un pintoresco pueblo en la provincia de Lugo, es conocido principalmente por ser una parada muy especial en el Camino de Santiago. Sin embargo, hay algo más en su historia que lo hace único y misterioso: lo que hoy vemos no es lo que fue. En la década de 1960, el pueblo original, con sus antiguos edificios y calles empedradas, se despidió de su ubicación ancestral de una manera sorprendente. Pero, ¿qué ocurrió exactamente con ese antiguo Portomarín? ¿Cómo pasó de ser una pintoresca villa medieval a convertirse en el renacido pueblo que conocemos hoy? Para entenderlo, hay que retroceder a un momento de gran cambio, cuando las aguas del río Miño cubrieron lo que había sido su hogar durante siglos.

El gran protagonista de Portomarín es el río Miño (además de la anguila y el aguardiente)
La historia del Portomarín original: un pueblo sumergido
En los años 60, el gobierno español aprobó la construcción del embalse de Belesar como parte de un proyecto hidroeléctrico. Esto implicaba inundar varias zonas del río Miño, entre ellas, el antiguo Portomarín. En 1962, las aguas comenzaron a subir, cubriendo las casas, las plazas y las calles que durante siglos habían sido el corazón del pueblo. Los habitantes de Portomarín, más de 1.300 personas, se vieron obligados a abandonar su hogar, pero antes de que el pueblo quedara completamente sumergido, se inició un trabajo titánico para salvar sus edificios más emblemáticos.

Iglesia de San Nicolás de Portomarín
Traslado monumental: reconstrucción piedra a piedra de la iglesia de San Nicolás
La iglesia de San Nicolás, el principal símbolo de Portomarín, fue desmantelada piedra por piedra. Los arquitectos y obreros trabajaron durante meses para trasladarla a su nueva ubicación, preservando su estructura románica original. Esta iglesia, construida en el siglo XII, no solo representaba el patrimonio arquitectónico del pueblo, sino también su alma.
Hoy, además de visitarla para sellar la credencial y asistir a misa, los peregrinos pueden identificar en su exterior la numeración de los distintos sillares que la componen, para que fuesen recolocados correctamente.

Fotografía antigua de Portomarín, con su antiguo puente en ruína y la iglesia de San Nicolás al fondo
Otros edificios salvados del agua
El traslado de la iglesia no fue una tarea aislada. Se desmontaron y reconstruyeron otros edificios importantes del pueblo, como la iglesia de San Pedro y otros, para asegurarse de que la esencia del viejo Portomarín siguiera viva en el nuevo. De este templo, no obstante, solo la fachada, construida en granito y con una portada ornamentada con arcos de medio punto, fue conservada y trasladada piedra por piedra.
Cuando el embalse baja, el Portomarín sumergido emerge
En ocasiones, cuando el nivel del embalse baja debido a la sequía o trabajos de mantenimiento, el antiguo Portomarín emerge. Las ruinas del pueblo, como las viejas calles de piedra y los restos de las casas, quedan visibles por un tiempo, un recordatorio conmovedor de lo que se ha perdido.

Llegando a Portomarín…
Al llegar a Portomarín, antes de cruzar el puente nuevo, los peregrinos pueden disfrutar de una vista privilegiada desde la Campana de la Libertad, antes de cruzar el puente actual. Desde este mirador, cuando el nivel del agua está bajo, se puede ver el antiguo pueblo sumergido, una visión única que conecta el presente con el pasado, evocando la memoria del Portomarín original. Los restos de los pilares del viejo puente medieval, que alguna vez cruzaba el Miño, también son visibles cuando el agua retrocede, dejando al descubierto las huellas del pasado. Junto a este, también existe el antiguo puente del siglo XIX.

Puentes de Portomarín
Leyendas y recuerdos del viejo Portomarín
Portomarín está rodeado de leyendas que han pasado de generación en generación. Una de las más conocidas es la de la escalinata de la Capilla de las Nieves, una de las estructuras más emblemáticas del nuevo Portomarín. Esta escalinata, construida en granito, cuenta con 82 escalones y una altura de 17 metros, y fue erigida utilizando un arco del antiguo puente medieval. La leyenda local cuenta que, si un peregrino sube los escalones y se detiene a mirar atrás, sufrirá un castigo relacionado con su vida amorosa.

Escalinata de Portomarín y Capilla de las Nieves
Hoy, Portomarín es un lugar lleno de vida y memoria histórica. A pesar de los cambios que ha sufrido, el pueblo sigue siendo un destino importante para los peregrinos que recorren el último tramo del Camino Francés. Los peregrinos que llegan a Portomarín hoy pueden disfrutar de la historia del pueblo: al caminar por sus calles reconstruidas, pueden admirar la iglesia de San Nicolás y los otros edificios trasladados, que son testigos de la perseverancia de una comunidad que logró mantener su identidad. Aunque el antiguo Portomarín ya no exista físicamente, su legado sigue vivo en la memoria de los gallegos y en cada peregrino que visita el pueblo, y si estás planeando recorrer el Camino desde Sarria, Portomarín será una parada que te sorprenderá.



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