Como bien sabrás, un peregrino es una persona que anda por tierras extrañas, cual ave migratoria, como el halcón peregrino. No lo decimos nosotros, lo dicen los diccionarios. Además, esta palabra es también un adjetivo que indica que una cosa, idea o situación es rara, especial, extraña o pocas veces vista. En el Camino, a los peregrinos les suceden cosas peregrinas, y en este post te queremos contar las anécdotas del Camino de Santiago más surrealistas y divertidas.
Una flecha engañosa
Pues resulta que un oscuro día de noviembre caminaba alegremente un peregrino alemán; para mantener su anonimato, le llamaremos Hermann. Estaba realizando la etapa que une Portomarín y Palas de Rei, en los últimos 100 km del Camino Francés a Santiago de Compostela. Como aplicado peregrino teutón que era, partió de su albergue privado sobre las 6 de la mañana, pues le gustaba caminar muy temprano.
La visibilidad de aquella mañana empeoraba con las horas, debido a la súbita aparición de una densa niebla; llegando al lugar de Hospital continuó su marcha siguiendo una flecha amarilla que figuraba en una señal vertical. A unos 150 metros dejó atrás un bar y la pequeña localidad, internándose de nuevo en las campiñas gallegas.
Tras recorrer 2 kilómetros y no ver señal alguna, Hermann comenzó a inquietarse. En sentido contrario apareció un pastor con vacas, que señalaba con el brazo la dirección de donde venía Hermann diciendo “¡Camino, Camino!”. Ante la ausencia de señales, las indicaciones del paisano, y la palabra clave, Hermann entendió que estaba perdido y decidió volver hacia atrás.
Al llegar al bar que pasó 2 kilómetros antes, entró y preguntó “¿Camino?”. El camarero, que hablaba inglés, le dijo por dónde era, pero Hermann dijo que la señal indicaba hacia donde fue él. ¿Y qué sucedió al final? La señal indicaba el bar, aunque había otra, la oficial, que la niebla no permitió ver a Hermann para seguir el Camino correcto y no desviarse y perderse.
¿Qué moraleja nos enseña esta anécdota del Camino? Cuidado con las flechas que indican bares y albergues fuera del Camino.
Una extraña noche peregrina
Volvemos al Camino Francés, uno de los más transitados de todas las rutas jacobeas y, por tanto, lleno de anécdotas del Camino de Santiago. En este caso, dos amigos decidieron pasar sus vacaciones juntos en el tramo desde León a Santiago en bicicleta en el mes de agosto. Siguiendo la norma del anonimato, les llamaremos Manolo y Benito. La mañana en la que empezaron la cuarta etapa entre O Cebreiro y Portomarín comenzó, cuanto menos, de una forma un poco daliniana.
La noche anterior, y cansados tras ascender la mítica cima de O Cebreiro, decidieron darse un homenaje y cenar como unos señores: empanada, caldo gallego y pulpo hasta reventar, todo ello regado de un buen vino mencía y, como colofón, tarta de Santiago y licor café. Lo mejor de toda ruta gastronómica gallega, vamos. Se van a dormir pasada la medianoche y, al día siguiente, a las 6 en punto, suena el despertador de Benito.
Este se despereza y, al mirar bajo su litera, ve que Manolo no está, aunque ve que sus cosas siguen en su taquilla, incluido su móvil. Imaginándolo en la ducha, se dirige al baño y no lo encuentra. Un poco alarmado se dirige a la zona común y lo encuentra sonámbulo y de pie asomado a una ventana. Nervioso, aunque con sumo cuidado, lo condujo a la cama y lo dejó dormir hasta que despertó, de forma natural, dos horas después.
El cumpleaños de su vida
Siguiendo la norma del anonimato, vamos a contaros la anécdota de Salomé y la celebración de sus 20 primaveras. Ella, natural de Zamora, siempre tuvo la ilusión de visitar Ibiza. Para celebrar sus 20 tacos, decidió hacerlo en esta bella isla mediterránea coincidiendo con la fecha exacta de su cumpleaños, el 25 de julio. Así, unas semanas antes queda con sus cinco mejores amigas en una cervecería de la Plaza Mayor para proponerles su idea de viaje cumpleañero.
Sus amigas, que la querían bien, le propusieron que ellas lo organizarían todo. La única condición que impusieron es que no le darían detalles. Vamos, un viaje consensuado, pero con un toque de sorpresa.
Así, hacen maletas y el 20 de agosto de 2021 la van a recoger en coche. Le vendan los ojos y le dicen que van al aeropuerto de Madrid. Le dicen que van con buen tiempo para facturar y que antes van a comer algo a un restaurante del aeropuerto. Salomé está un poco perpleja, pues en vez de escuchar megafonía, trasiego de gente y maletas, escucha mucho acento gallego.
Una vez en la mesa del restaurante, le quitan la venda y Salomé no reconoce el lugar como tal. Al preguntar dónde está, sus amigas, ilusionadas, le dicen que en vez de Ibiza, están en Tui. ¡Van a hacer los últimos 100 km del Camino Portugués en un grupo organizado en un Año Santo! No os imagináis qué genial regalo de cumpleaños fue para ella: lágrimas de alegría brotaban de sus ojos en la Plaza del Obradoiro, en su final de Camino el día del Apóstol, el 25 de julio.
Una mochila “robada”
Un peregrino italiano anónimo, digamos, un tal Salvatore, nos contó lo que le sucedió con su mochila tras hacer todo el Camino Francés desde Roncesvalles en albergues privados. Lo hizo en el mes de abril, una muy buena época para hacer el Camino. En su etapa catorce, tras dos semanas caminando, el cansancio era ya notable.
La noche que durmió en Hornillos del Camino no fue muy buena: el cansancio y el pequeño resfriado que pilló en la jornada anterior, muy lluviosa, no le dejaron dormir bien.
Su despertar fue un poco con el pie izquierdo. Medio grogui y aún dormido, cogió la mochila, que la noche anterior había dejado ya preparada para caminar. Tras desayunar y tomar algún medicamento contra el resfriado, inicia la etapa y comienza a sentirse mejor. Pero notaba algo extraño, como que su mochila pesaba demasiado.
El día es fresco pero soleado, se siente mejor y no le da importancia al peso de la mochila. Sigue caminando a muy buen ritmo, sin parar, y finalmente llega a Castrojeriz, en una etapa muy corta. Al llegar al albergue, se quita la pesada mochila para coger su credencial y documentación, y al fin entiende por qué pesaba tanto: ¡había cogido una mochila de otro peregrino! Al principio todo eran nervios, pero afortunadamente la mochila tenía una etiqueta con los datos personales y teléfono del propietario. Contactó con él (curiosamente, también italiano), y recuperó su mochila contactando a un servicio de transporte de equipajes. Al final, todo quedó en una de tantas anécdotas del Camino de Santiago.
Confía en una agencia especializada en el Camino de Santiago
Curiosas, emocionantes y surrealistas anécdotas del Camino de Santiago, ¿verdad? En el Camino, como en la vida, a veces suceden situaciones extrañas y peregrinas que se convierten en las anécdotas más divertidas y que quedan grabadas en la memoria. Como agencia especializada en el Camino de Santiago queremos ser partícipes y ayudarte en una de las experiencias que cambiará tu vida. Porque la realidad siempre superará la ficción.
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