La leyenda del Misterio de Óbanos es una de las historias más conocidas y representativas del Camino de Santiago en Navarra. Se trata de una narración medieval cargada de simbolismo, fe y redención, que sigue viva hoy en día gracias a su representación teatral en el pueblo de Óbanos. Cada año, en torno al 25 de julio, día del Apóstol Santiago, los vecinos recrean esta historia en una obra coral al aire libre, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, convirtiéndose en una de las expresiones culturales más singulares del Camino.
El origen de la leyenda del Misterio de Óbanos
La historia tiene como protagonista a Felicia, hija de los duques de Aquitania. Criada en un entorno noble y acomodado, Felicia llevaba una vida tranquila, dedicada a las tareas propias de su condición en la Edad Media: la lectura, la música y las labores domésticas.
Todo cambió cuando escuchó a un trovador hablar de la tumba del Apóstol Santiago y de la peregrinación que miles de personas realizaban para llegar hasta ella. Aquel relato despertó en Felicia una profunda inquietud espiritual y el deseo de abandonar su vida de privilegios para emprender el Camino.
Felicia y su peregrinación a Santiago de Compostela
A pesar de la oposición de su padre y de su hermano Guillén, Felicia decidió iniciar la peregrinación a Santiago de Compostela. Durante el camino descubrió una realidad muy distinta a la suya: pobreza, enfermedad y sufrimiento, pero también solidaridad y fe.
Tras llegar a Santiago y visitar la tumba del Apóstol, Felicia decidió no regresar a su antigua vida. Permaneció ayudando a los más necesitados y, más tarde, se estableció en el caserío de Amocaín, en el valle de Egües, cerca de Pamplona. Allí llevó una vida sencilla, dedicada al trabajo del campo y al servicio de los demás.
El reencuentro con Guillén y la tragedia
Con el paso del tiempo, Guillén, preocupado por la ausencia de su hermana, emprendió su búsqueda. Tras recorrer distintos pueblos, la encontró en Amocaín viviendo humildemente. Intentó convencerla de que regresara al castillo y retomara su vida como noble, pero Felicia se negó.
Dominado por la frustración y la ira, Guillén perdió el control y mató a su hermana en un arrebato de violencia. Arrepentido por el crimen cometido, puso rumbo a Santiago de Compostela en busca del perdón.

La entrada de Óbanos
El milagro y el origen del Misterio de Óbanos
El cuerpo de Felicia fue enterrado en Amocaín, pero días después ocurrió un hecho considerado milagroso: del sepulcro brotó una flor, nacida de la herida mortal, interpretada como una señal de santidad.
Los vecinos colocaron su cuerpo en un arca de roble dentro de la iglesia, pero al día siguiente apareció en medio del campo. El arca era tan pesada que nadie podía moverla. Finalmente, el sacerdote ordenó que unas mulas transportaran el féretro y que el lugar donde se detuvieran marcara su descanso definitivo.
Las mulas se detuvieron en Labiano, en el valle de Aranguren, junto a la iglesia de San Pablo, hoy conocida como la iglesia de San Pablo y San Felicia, donde reposan sus restos.
Guillén, el ermitaño arrepentido
Tras regresar de Santiago, Guillén decidió retirarse como ermitaño a la ermita de Santa María de Arnotegui, situada en el cerro cercano a Óbanos. Dedicó el resto de su vida a ayudar a peregrinos y a realizar obras de caridad. A su muerte, el pueblo lo consideró santo.
Una leyenda viva en el Camino de Santiago
La leyenda del Misterio de Óbanos ha llegado hasta nuestros días con pequeñas variantes, pero mantiene intacto su mensaje: renuncia, fe, arrepentimiento y redención. Hoy forma parte del patrimonio cultural y espiritual del Camino de Santiago y es una parada imprescindible para quienes recorren Navarra con los ojos abiertos a la historia.
En Viajes Camino de Santiago creemos que caminar también es conocer las historias que han dado sentido a esta ruta milenaria. Esta y otras leyendas jacobeas nos recuerdan que el Camino no solo se anda con los pies, sino también con el corazón.





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